22 June 2020
Source United Nations Office for Disaster Risk Reduction – Regional Office for the Americas and the Caribbean
A casi tres meses de que la pandemia de COVID-19 alcanzara las Américas y el Caribe, los datos muestran cuán profundamente ha sido afectado el sector privado. En la mayoría de los países de la región, un importante número de empresas se han visto obligadas a cerrar, mientras que otras se enfrentan a grandes dificultades para seguir operando debido a las limitaciones de los mercados y las cadenas de suministro.
Si bien aún se desconoce el impacto económico de la crisis, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima que a fines de 2020 la actividad económica de la región podría experimentar una contracción del 5.3 por ciento. Sin embargo, dado que la dinámica de la pandemia continúa y que las medidas de distanciamiento físico siguen siendo necesarias, se puede esperar que esta contracción sea mayor de lo previsto.
En un contexto tal, apoyar al sector privado para que pueda dar continuidad a sus operaciones y lograr la resiliencia es fundamental para la recuperación de la región a corto plazo. Este apoyo debe ir dirigido especialmente a las pequeñas y medianas empresas (PYME), quienes según la OIT podrían representar alrededor del 70% de las fuentes de empleo en las Américas y el Caribe y, a menudo, carecen del capital financiero necesario para resistir interrupciones prolongadas. Solo en Estados Unidos, según FEMA (2016), el 40% de las PYME no reabren sus puertas tras la ocurrencia de un desastre. Por lo tanto, la necesidad de integrar mejor las cuestiones relativas al riesgo en las prácticas y decisiones empresariales, así como de generar redes de apoyo con diferentes socios, se ha convertido en una prioridad para el sector privado. Así, durante la pandemia de COVID-19 se ha podido observar el esfuerzo activo de la comunidad empresarial de todo el mundo por aumentar sus capacidades de manejo de riesgo, así como para conectarse y aprender de otros pares.
Según Chloe Demrovsky, CEO del Disaster Recovery Institute International (DRI) y miembro de la Alianza del Sector Privado de la UNDRR para Sociedades Resilientes ante Desastres (ARISE), en un artículo reciente publicado por Forbes, en los últimos meses, su instituto ha recibido múltiples solicitudes de parte de empresas y organizaciones que no disponen de un plan de continuidad empresarial, buscando ayuda y recursos para responder a la pandemia global. Del mismo modo, a través de la iniciativa ARISE en las Américas y el Caribe, con el apoyo de UNDRR, sus miembros, entre los que figuran empresas nacionales y multinacionales, redes empresariales y cámaras de comercio, se han movilizado para proporcionar a las empresas de sus respectivos países herramientas, información y recursos para ser más resilientes frente al COVID-19.
Por ejemplo, en Centroamérica, a través de ARISE, la Alianza Empresarial para el Desarrollo (AED), FundahRSE, UniRSE, miembros de la red comercial regional INTEGRARSE, han organizado capacitaciones de continuidad empresarial utilizando el kit de herramientas de UNDRR para pequeñas y medianas empresas en Costa Rica, Nicaragua y Honduras con el fin de ayudar a las empresas a prepararse ante esta coyuntura.
En Colombia, los puntos focales de ARISE, ANDI y CCS, junto con la asociación de pequeñas y medianas empresas más grande del país, FENALCO, realizaron la misma capacitación y organizaron una sesión de diálogo sobre resiliencia empresarial y reducción de riesgos de desastres para intercambiar experiencias y prácticas con CEMEX, miembro y punto focal de ARISE en México. Durante el intercambio, los líderes empresariales de estas redes destacaron la importancia de mejorar las medidas preventivas para ayudar a las empresas a tomar decisiones informadas sobre el riesgo y a estar mejor preparadas.
De manera similar, con el apoyo de UNDRR y la Red de Cámaras de Comercio del Caribe (CARICHAM), ARISE Dominica y ARISE Barbados colaboraron en un encuentro virtual para apoyar a los socios comerciales de la región del Caribe en la preparación ante escenarios de múltiples riesgos. Durante el webinario, Nikima Royer-Jno Baptiste, CEO de Digicel Dominica y presidenta de Digicel BCM, destacó la importancia de la colaboración y mencionó que "el sector privado no puede quedarse quieto; necesitamos seguir avanzando, asegurándonos de estar lo más preparados posible y compartir la información para que otros también puedan beneficiarse de nuestra experiencia". Se compartieron, además, buenas prácticas y recomendaciones clave para mejorar la preparación del sector privado de cara a la temporada de huracanes en el contexto del COVID-19. El webinario también sirvió para crear conciencia y conocimiento sobre los impactos de los riesgos sistémicos y los dobles desafíos de los desastres biológicos y climáticos.
Así mismo, se han promovido otras iniciativas de cooperación entre empresas a través de otros programas, como la Iniciativa de Conexión de Empresas (CBi) liderada por OCHA y el PNUD, la Asociación Asiática de Preparación (APP) dirigida por ADPC o el Pacto Mundial. Todas estas iniciativas han instado a los líderes empresariales a unirse y colaborar para apoyar la continuidad empresarial y la recuperación temprana, proporcionando orientación y recomendaciones para enfrentar la pandemia y ayudando a las empresas a mejorar su resiliencia.
Melissa Pierre, Oficial de Proyectos y Comercio de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Trinidad y Tobago, lo resumió en uno de los webinarios organizados por UNDRR: "No podemos seguir como hasta ahora, no hay vuelta atrás, no queremos seguir estando expuestos. Tenemos que trabajar juntos. Necesitamos poder comprender el riesgo antes de tomar decisiones concretas".
Estos ejemplos demuestran que, para contener los efectos adversos de la pandemia, el sector empresarial reconoce que la colaboración es la única forma de gestionar eficazmente la respuesta y la recuperación. Tal como se indica en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, el sector privado es fundamental para hacer que las empresas y las comunidades sean más resilientes. Por lo tanto, este sector desempeñará un papel decisivo en el retorno a una nueva normalidad, ya que es el puente que conecta a los diversos actores de las cadenas de valor, desde los clientes a los proveedores, pasando por los inversores y tantos otros actores. En este sentido, una mayor cooperación y apoyo entre pares, como se está generando en la actualidad, ayudará a las empresas, especialmente a las PYME, a recuperarse de la crisis, en paralelo con la adopción de estrategias de prevención para proteger mejor a los empleados y las operaciones en el contexto del COVID-19 y de futuros desastres.
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